RACING 1 - RIVER 2
HACE ONCE AÑOS QUE RACING NO LE PUEDE GANAR EN AVELLANEDAnull
River alargó la historia en sólo tres minutos
El equipo de Fillol mereció mejor suerte. River se despertó al final y con goles de Lucho González y Sand dio vuelta el partido. Sigue en la punta junto a Boca.
Racing puede creer en el embrujo. En el mandato de la paternidad. En esa condena que se extiende desde hace once años y que señala que en el Cilindro de Avellaneda River nunca se va entristecido por alguna derrota. Puede creerlo porque tenía el partido en el bolsillo en el tramo final, se había acomodado para jugarlo de contra, postura en la que se sentía más cómodo y empezaba a contar los minutos que faltaban para romper el maleficio. Y lo merecía. Porque el equipo de Fillol había sido más que River en el balance del partido. Pero volvieron a cruzarse las brujas en el camino de la victoria. El chileno Salas, quien había ingresado en el segundo tiempo y había hecho poco y nada, de golpe encontró su lugar en la cancha e hizo pesar su calidad individual. Esa que parecía adormecida. Se le escapó dos veces a Araujo, uno de los que pintaba para figura, metió dos toques letales y se acabó todo. En la primera, Lucho González metió un golazo después de hacer picar la pelota y sacar un perfecto remate y en la segunda Sand cabeceó al gol el disparo que apenas desvió el arquero Luchetti. Todo en tres minutos. En el final del partido, River sacó conejos de la galera y se llevó el premio mayor. El que le permite seguir bien arriba en la tabla, ensanchar la sonrisa y alargar la pesadilla de Racing.
River alargó la historia en sólo tres minutos
El equipo de Fillol mereció mejor suerte. River se despertó al final y con goles de Lucho González y Sand dio vuelta el partido. Sigue en la punta junto a Boca.
Racing puede creer en el embrujo. En el mandato de la paternidad. En esa condena que se extiende desde hace once años y que señala que en el Cilindro de Avellaneda River nunca se va entristecido por alguna derrota. Puede creerlo porque tenía el partido en el bolsillo en el tramo final, se había acomodado para jugarlo de contra, postura en la que se sentía más cómodo y empezaba a contar los minutos que faltaban para romper el maleficio. Y lo merecía. Porque el equipo de Fillol había sido más que River en el balance del partido. Pero volvieron a cruzarse las brujas en el camino de la victoria. El chileno Salas, quien había ingresado en el segundo tiempo y había hecho poco y nada, de golpe encontró su lugar en la cancha e hizo pesar su calidad individual. Esa que parecía adormecida. Se le escapó dos veces a Araujo, uno de los que pintaba para figura, metió dos toques letales y se acabó todo. En la primera, Lucho González metió un golazo después de hacer picar la pelota y sacar un perfecto remate y en la segunda Sand cabeceó al gol el disparo que apenas desvió el arquero Luchetti. Todo en tres minutos. En el final del partido, River sacó conejos de la galera y se llevó el premio mayor. El que le permite seguir bien arriba en la tabla, ensanchar la sonrisa y alargar la pesadilla de Racing.
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